Resulta casi imposible hablar de la Catedral de Oviedo sin hacer mención expresa a la creación de la ciudad que la alberga.

Y es que, el lugar en el que se ubica la ciudad de Oviedo fue el pasado el lugar elegido por un grupo de siervos, encabezados por un presbítero llamado Máximo, para instaurar su comunidad y comenzar a hacer una vida dedicada al trabajo y la oración.

El monasterio de San Vicente surgió, por lo tanto, del esfuerzo y cooperación de Máximo y Fromistano, su tío, junto con sus seguidores, convirtiéndose en el corazón de la ciudad que hoy alberga a la Sancta Ovetensis.

Pocos años después de ese primer asentamiento, con la monarquía asturiana ya consolidada, el rey Fruela se trasladó al lugar e inició la construcción de dos iglesias, una dedicada a San Salvador y la otra dedicada a San Julián y a Santa Basilisa, así como un palacio que le sirviera de habitación. Sin embargo, el ataque árabe sufrido en el año 794, hizo que todo lo anterior desapareciera, y que en el lugar se estableciera Alfonso II, hijo de Fruela e impulsor definitivo de la construcción de la ciudad que hoy lleva por nombre Oviedo.

Alfonso II, el Casto, reconstruyó el palacio y levantó en el anterior suelo sagrado una basílica dedicada a el Salvador, así como otra dedicada a Santa María, una capilla para culto funerario y veneración de reliquias dedicada a Santa Leocadia y San Eulogio. Separadas de las anteriores hizo levantar también la Iglesia de San Tirso, así como otro palacio y basílica dedicada a San Julián.

La actual Santa Iglesia Basílica Catedral Metropolitana de San Salvador de Oviedo, se construyó sobre los terrenos que ocupaba la antigua basílica, que fue demolida a medida que iban avanzando las obras góticas. Sin embargo, el terreno anterior no era suficiente, por lo que se tomó buena parte del monasterio de San Vicente, así como el palacio del rey, asimismo se conectó con la antigua basílica de Santa María, hoy conocida como capilla del Rey Casto, y con la Cámara Santa, formando un todo. Por lo tanto, nada ha quedado de las antiguas basílicas prerrománticas.

A finales del siglo XI, principios del XII se comienza la construcción del claustro y la torre. También en este siglo se modifica la Cámara Santa, añadiéndole la bóveda de cañón. No siendo hasta finales del siglo XIII, sin a priori pretensiones de que así fuera, cuando se acometen las obras de una nueva sala capitular y un claustro, prosiguiendo con una completa renovación.

Ya en pleno siglo XX la Sancta Ovetensis se vio expuesta a los destrozos causados por el incendio y voladura que sufrió en 1934, fruto de la Revolución de Asturias, así como por los estragos que la Guerra Civil causó en la ciudad, haciendo necesarios importantes trabajos de restauración y recuperación, y dando lugar a lo que hoy se puede visitar, contemplar y disfrutar.

Cabe destacar que, en 1998 la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo fue declara Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, formando parte de la denominación Monumentos de Oviedo y del Reino de Asturias. Asimismo, y ya en 2015, cuando la UNESCO aprobó la ampliación del Camino de Santiago en España a Caminos de Santiago de Compostela: Camino francés y Caminos del Norte de España, se incluyó no solo a la Cámara Santa sino también a todo el templo como uno de los bienes individuales del camino primitivo.

Y es que, la Sancta Ovetensis ha sido desde siempre uno de los lugares más visitados por los peregrinos que van camino de Santiago, ello debido fundamentalmente a que en ella existe una de las reliquias más importantes con las que cuenta la Iglesia católica, de ahí el dicho popular que reza, “el que va a Santiago y no al Salvador, visita al criado y deja al señor”.

 

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